Brave: Mérida, la princesa del s.XXI

En Pixar son gente inteligente, han sabido llevar el cine de animación a otro nivel y han conseguido regalar joyas (ciertamente más cercanas a dibujos para adultos) como UP. Por esa razón: es decir su inteligencia narrativa, la brillantez de sus propuestas y la delicadeza con la que tratan sus producciones, no es de extrañar que justo antes de ver BRAVE, el espectador tenga el placer de disfrutar de "La Luna". Un corto extraordinariamente preciosista, tierno y con una propuesta visual original y a la altura del largo que vamos a ver a continuación. Lo dicho, en la compañía del flexo saben lo que hacen, ya se han ganado al espectador incluso antes de que empiece el film.

Y es que Brave es un golpe de frescura por varias razones. La primera y quizá más importante, es su protagonista, Mérida, una chica aguerrida, independiente y sí, al fin y al cabo una princesa, pero del siglo XXI. Pixar ha remodelado el clásico de castillos y damiselas para convertirlo en una comedia de tintes épicos (esa Escocia de druidas y paisajes artúricos) sobre las relaciones familiares, las diferencias generacionales y la modernización de las tradiciones. Le ha dado el arco (y así, el poder) a una chica normal, con ansias de tomar las riendas de su vida, alguien que quiere forjar su destino a su manera. Al fin y al cabo, contar su propia historia. Y en ese sentido, Pixar la ha narrado mediante personajes de carne y hueso pixelados, aunque no haya sido capaz de huir de la figura del animal como parte primordial de sus autoconscientes fábulas de fauna humanizada y cantarina. Además, en Brave también se diluye el tópico del "amor pasional" como impulsor de la narración. De hecho se ridiculiza, y se ensalza, en contraste con esa compleja etapa del
despertar adolescente y del enfrentamiento paterno filial que distribuye con la gracia suficiente como para no resultar edulcorada.
La primera mitad del film, que resulta ser un bien medido prólogo, se usa con astucia para entablar una conversación sobre la libertad y la magia (la fe y todo aquello que nos sobrepasa); dejando que la maravilla del dibujo de personajes y paisajes fluya como nunca. Para pasar a un segundo compás mucho más enrevesado, cómico y surrealista. En cualquier caso, en todo momento queda claro que Brave es un alarde visual de altísima calidad. El tratamiento de los tejidos y del cabello goza de un realismo casi tangible y la belleza de Escocia ha sido capturada de forma magistral, recreándose en el cautivador encanto del bosque salvaje y las montañas de un paraje que aún produce fácil fascinación en los ojos del espectador. Hay algunos hilos narrativos que podrían haber dado más juego y que se sienten un tanto desaprovechados (la leyenda del "otro" oso) o la sensación de que los marcos geográficos se reiteran (castillo/bosque), no obstante la película es capaz de sorprender, y a la vez sabe mantener los mejores retazos del género cinematográfico en el que se mueve. Dándole siempre, eso sí, el protagonismo a una princesa con nombre de capital romana que parece alzarse en el podio de las mejores heroínas del cine. Al fin y al cabo, este último regalo de Pixar está co-dirigido por una mujer (Brenda Chapman). ¿Coincidencia?

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