Recomendación cinéfila: Un hombre soltero.

Hacía tiempo que quería ver A Single Man, esa película de Tom Ford que sonaba a aroma de perfume y gafas de pasta negras. Lo cierto es que el protagonismo en la cinta del actor Colin Firth, en toda su sublime figura, era un aliciente poderoso mucho antes de que El Discurso del Rey le aupará a lo más alto de podio mediático; pero la sensación de que la narrativa de un modisto podía llevar a refinar en un espumoso nada más que silencios e imágenes poéticas, al final, contra todo pronóstico, me llevó a elegir otra cinta. Y una vez fuera de las carteleras quedó postergada a mi lista de "esas películas que hay que ver antes de morir".

Craso error.

Hoy he tenido el placer de ver Un hombre soltero y he quedado ojiplática debido a la maravillosa película que es. Tom Ford y Colin Firth son como de otro mundo. Uno por la maestría que ha desarrollado para dirigir y orquestar semejante obra, una película sublime hasta límites insospechados. Y el otro por dejar tan alto el nivel interpretativo presente en la delicadeza y profundidad de sus gestos, miradas y posturas. Tanto, que no acabo de entender cómo se retrasó un año la llegada de la estatuilla dorada a sus manos, cuando su trabajo en la película que nos ocupa es notablemente más impresionante (y fino) que en la por otra parte espléndida biografía sobre el rey tartamudo. Pero ya se sabe que a Hollywood le gustan las historias de superación más a un tonto un lápiz.

A single man me ha parecido una de las mejores películas que he visto en bastante tiempo. La banda sonora, de Abel Korzeniowski, es de una finura subyugadora, clásica y a la vez profundamente evocadora, melodramática, pero llena de una vitalidad que queda en segundo plano para favorecer la narración metafórica, poética, dinámica y sincera de una vida llena de ternura y tristeza a la vez. Los actores secundarios, todos magníficos, sirven de contrapunto al arrollador talento de Firth. Nicholas Hoult está soberbio y Julian Moore borda su papel, preso de la decepción más absoluta. Una historia, ésta, que grita con hermosa sutilidad la definición de libertad, de represión, de invisibilidad, de duda, de pérdida, de amor, de nostalgia y a la postre, de vida. Tom Ford es una máquina, en su primera película despliega unas dotes para provocar el éxtasis en el espectador que otros directores matarían por poseer. Sin perder ni por un momento el hilo narrativo, Un hombre soltero provoca, presa en una orgia de sensaciones, un efecto de tactilidad, de arte y de evocadora belleza. Una maravilla.

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