Crítica 2x1: The host + Diario de un zombie adolescente - Apocalipsis teen.

Este mes se han estrenado dos películas con rasgos definitorios comunes, aunque también inevitablemente divergentes. En ambos ha llegado el fin de la humanidad, pero si para unos viene como una amenaza exterior, para otros ésta misma procede del interior de nosotros. Comparten su mirada blanda sobre el fenómeno, pero se alejan al elegir el tono del formato. Por un lado tenemos la versión dramático-meliflua de esta dicotomía del apocalipsis teen: The Host, adaptación cinematográfica del segundo fenómeno literario de Stephenie Meyer, basado en su novela homónima y centrada en una invasión alienígena de "almas" o una suerte de amebas lumínicas que se adueñan de los cuerpos humanos anulando su personalidad. Y por otra, la versión cómica, tierna y kitch: Memorias de un zombie adolecescente, o "Warm Bodies" en su excelente título original. Otra daptación de una novela para adolescentes en edad de floreciente hormonamiento, y que se centra en las desventuras de R, un zombie que es más humano de lo que debería.

Ambos films desarrollan una suerte de binomio amoroso (alien-humano, zombie-humano) aunque si en Warm Bodies nos encontramos con la tradicional pareja en versión destroyer (la chica, por una vez, es quien lleva los pantalones), en The Host el idilio se subarticula en un cuadrángulo de sólo tres cuerpos, (ahí está la espléndida Saoirse Ronan acompañada de un par de macizos bien escogidos: Max Irons & Jake Abel), y que es donde reside la gracia del asunto. Un asunto, todo hay que decirlo, profundamente desarrollado en el libro. Una novela prodigio de descripciones, frases y sensaciones que la película no puede compensar en una producción que carece de ese lenguaje narrativo y que se centra, en contrapunto, en potenciar inútilmente un aura de tensión en torno al personaje de La Buscadora (Diane Kruger). No obstante, como adaptación, sí que parecen haber conseguido llevar a la pantalla con algo de acierto una historia interesante, que acaba careciendo, eso sí, de la magia suficiente o del arrojo cinematográfico necesario para desarrollar un film con matices y adherencias en vez de una escueta y superficial mirada a un argumento con muchas más posibilidades de las que Andrew Niccol ha sacado a la luz.

En ese sentido, y aún sin profundizar ni de lejos en lo que se esconde de humanidad en nosotros cuando nos des-humanizamos, Warm Bodies consigue ser una película mucho más atrevida, entretenida y divertida gracias a su tono de locura-yeye, el preciso trabajo del dúo protagonista y su excelente dosis musical. Y es que Memorias de un zombie adolescente no es sino una extraña rom-com, donde no prima el romance arquetípico, sino donde se intenta abordar las distancias entre sexos de la forma más atípica posible. Cae, inevitablemente, en los típicos giros argumentales y recursos narrativos del género, pero consigue salir airosa al tomarse poco en serio y olvidarse de sobrecargar las tintas dramáticas. Con todo, es ese R (Nicholas Hoult) quien salva la función, junto con un guión de entretenidos juegos cotidianos que propone otra visión del producto-teen de hoy en día. Y para terminar, una última advertencia, si no habéis visto aún el tráiler: ¡no lo hagáis! Y es que parece mentira que existan tales spoilers hoy en día.

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