Decepción cinéfila: Los amantes pasajeros.

Hay que aplaudir a Almodóvar y a su productora El Deseo, porque han jugado bien sus bazas promocionales y ello se ha visto sobradamente recompensado con masas acudiendo al cine para disfrutar de una hora y media de vuelo en el avión más descacharrante de la aerolínea Península, Pe para los amigos. No obstante lo que uno se encuentra en la sala del cine no está a la altura de las expectativas (gigantes) de ese "Im so excited" tan espectacular que se servía de aperitivo para un film desaprovechado. Lo que podría haber sido la comedia de la década, se queda a medio camino, sin producir una hilaridad inteligente y con un reparto irregular. La travesía entre las nubes se queda en un trayecto facilón, intrascendente y divertido, sí, pero no tanto como un guión mejor aprovechado podría haberle regalado a la audiencia. Y da rabia, porque este film con uno de los títulos más atrayentes de los últimos tiempos, partía de un cóctel inmejorable; y aunque el espectador sale contentillo, como si hubiera probado también algo de ese "agua de Valencia", no sale exultante, como si hubiera sido testigo de algo excepcional.

Eso sí, si hay una cualidad que caracteriza a Almodóvar es la de convertir lo burdo y lo absurdo en actos de belleza cinematográfica. Ya sean los colores, los planos, o la excelente música de Alberto Iglesias, Almodóvar sabe encontrar y hacer brillar su estilo. Se siente cómodo transitando en él y Los Amantes Pasajeros exuda por los cuatro costados ese toque kitsch del director manchego que es lo que, a la postre, envuelve este viaje desmesurado. Y es que son los tres azafatos y la pasajera "sensitiva" los que salvan a esta comedia de estrellarse estrepitosamente. Javier Cámara que es, de lejos, uno de los mejores actores de este país, ofrece, junto con unos hilarantes Raúl Arévalo y Carlos Areces, una interpretación apoteósica que llega a su cenit con el videoclip extendido que ya se vendía en el teaser-tráiler. A su lado una Lola Dueñas extraordinaria. Su vis cómica es excelente, sabe convertir lo zafio en un chiste con clase. También, Antonio de la Torre, inmenso en un papel pequeño. En contraste ahí quedan Hugo Silva, la desaprovechada Laya Martí, Guillermo Toledo, Miguel Ángel Silvestre, José Luis Torrijo y José María Yazpik, todos innecesarios y a veces, hasta molestos. Sobra, incluso, la poco efectista crítica al chanchullo político actual, que no pinta nada entre esa horda de personajes perdidos y acelerados. Sólo queda exenta la estupenda Cecilia Roth, que hace lo que puede con un personaje que podría haber sido inolvidable A todo ello hay que sumar los cameos de Paz Vega, Antonio Banderas y Penélope Cruz, que no pasan de lo anecdótico. Y la estelar aparición de Carmen Machi, que debería de ser la próxima protagonista del director. Para terminar, no nos podemos olvidar de la hipnótica Blanca Suárez, la única razón que explica esa historia fuera del avión que poco aporta a la dinámica del vuelo.
Así pues, 'Los Amantes Pasajeros' es tan loca como cabía esperar, pero le falta consistencia, le falta auténtico sentido del humor. Ganas de armarla gorda y menos ínfulas de estrella. Porque, con todo, mientras se ve, se disfruta, te pone las pilas, te eleva el ánimo, y tiene momentos, golpes y destellos de grandeza, todo envuelto, y esto hay que decirlo, en un exquisito avión almodovariano con las alas listas para echarse a volar.

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