Película del mes: Nebraska.
Nebraska, que obtuvo una ovación
de diez minutos en el pasado Festival de Cannes, parece la hermana pequeña de
entre las nominadas a Mejor Película en los Oscar 2014. Puede ser, también, erróneamente
entendida como una obra menor de su director, Alexander Payne. Y es que esta
vez no hay un George Clooney o un Jack Nicholson encabezando cartel, ni
siquiera Paul Giamatti o Sandra Oh, protagonistas de su éxito hollywoodiense
Entre Copas. Además, Nebraska está rodada en blanco y negro en un pueblecito de
la América profunda y sus protagonistas son un avejentado Bruce Dern y una
deslenguada June Squib (ambos nominados al Oscar como mejor actor y secundaria
por su excelente trabajo en el film). Al lado de las favoritas, esa Gran Estafa
Americana, Gravity, El lobo de Wall Street o 12 años de esclavitud parece encogerse
y, sin embargo, es una pequeña gran obra que con su compleja sencillez debería
(en un mundo justo) ser una auténtica rival.
Y es que Nebraska es hilarante, tierna e inteligente. Su humor esconde el trasfondo de las miserias de la edad, los abismos generacionales, los lazos familiares y una visión de América tan honesta y empática en su relato que no se molesta en enmascarar la obviedad de la vida rural. Si echamos la vista atrás en la cartelera recordaremos Agosto y esas planicies de la desoladora Wyoming; ¿podría ser Nebraska la cara afable de esta posible dicotomía crítica sobre la familia? Es una posibilidad. Lo que es seguro es que este tema es recurrente en la filmografía de Payne, que firma como director pero no como guionista a pesar de haber mencionado el carácter íntimo del film para él, debido al reciente fallecimiento de su padre poco tiempo antes de dirigirla. Y es que entre los contraluces de una fotografía no sólo estéticamente favorecida, sino inteligentemente concebida para ensalzar los claroscuros, Payne relata la relación entre un padre y un hijo (poniendo el acento en todo aquello que desconocemos de nuestros progenitores como personas) y sublimando su propia propuesta de éxito con un film que juega a no hacer reír porque sabe que la vida, en sí misma, ya contiene todos los ingredientes de la tragicomedia.
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